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lunes, 1 de diciembre de 2014

SOCIEDADES DE TIPO INICIÁTICO








Desde los comienzos de la Humanidad han existido determinados hombres que han experimentado vivamente el vacío que se desprende de los interrogantes insolubles que plantea la existencia. De súbito, el ser humano, sin aparente opción de su parte, se encuentra en la vida, pasa por ella y finalmente, muere. todo ello como por arte de encantamiento. Y en la mente de esos hombres que me he referido, con frecuencia inusitada e incluso alarmante, se repiten las preguntas, todas ellas bajjo el común denominador de querer saber, de poder resolver esos interrogantes aparentemente insolubles a los cuales ni la religión, ni la ciencia, ni la filosofía logran responder de forma satisfactoria.

¿Cómo denominar a esos hombres? Aunque quizá no sea del todo acertado, podríamos llamarles "Buscadores de la verdad". Ellos no se satisfacen con la verdad común ni con la verdad a medias. No pretenden cubrir su vacío buscando la verdad científica, religiosa, histórica, social o política. Buscan la Verdad absoluta, trascendente. En su búsqueda arriesgan absolutamente todo lo que tienen, aún sabiendo de antemano que muy pocos hallarán lo buscado, aun teniendo clara conciencia de que pueden extraviarse definitivamente y penetrar para siempre en un mundo sin luz.

Esos hombres forman una gran familia. Aquí, allí en todas partes están esperando una oportunidad. Aunque son numerosos, comparados con el resto de los otros hombres la cifra resulta escasamente significativa. Llegan a sentirse como hormigas en un hormiguero ajeno, como abejas desorientadas que se equivocaron de colmena. Pero muchos de ellos no desfallecen; por el contrario, la adversidad les estimula y confían en que un día, por lejano que sea, la rosa terminará por limar las espinas del rosal.

Algunos miembros de esa gran familia deciden recorrer el camino solos. Apartados del mundo, desapegados, renuncian a sus lazos familiares ya su vida cotidiana y se retiran a la soledad de los bosques o de las montañas, para allí, a través de la austeridad y una rígida disciplina, comenzar la ardua empresa de rescatar su Ser. 

Otros pretenden la evolucion desde dentro, confundidos entre los demás hombres, pasando inadvertidos, sin renunciar formalmente a nada, pero tratando de no depender de nada. Estos miembros de la gran familia que se quedan entre los otros hombres, agudizan enormemente su sensibilidad para encontrarse entre ellos, hasta un extremo tal, que llegan a intuirse. Se buscan entre sí y cuando se encuentran forman grupos, escuelas, sectas o sociedades. Y frecuentemente se ven obligados por unos u otros motivos a guardar el secreto, evadirse de la curiosidad de los demás.

Estos "buscadores de la Verdad" absoluta tendrán que soportar la incomprensión de los demás. Muchos fueron condenados a la hoguera o encarcelados durante toda su vida. Hoy en día, en que la Humanidad juega a ser algo más tolerante, no serán probablemente quemados, aunque entra dentro de lo posible que su destrucción, en lugar de material, sea mental, psicológica o espiritual. no deben de sorprenderse si e el mejor de los casos son tachados de escapistas o encuentran una continua reticencia.

Por fortuna, muchos de los que forman esa gran familia no buscan la comprensión de los demás, sino la propia; no anhelan el poder sobre los otros, sino sobre sí mismos; no malgastan su tiempo en adquirir honores y privilegios, sino en conquistarse a si mismos.El muro está ante ellos: sólido, gigantesco, casi inaccesible. Hay que comenzar a trepar sin vacilaciones, con entusiasmo febril, aunque la carne quede hecha jirones en el intento.

Sobre esos hombres pueden escucharse tantas cosas....Se dice que temen a la vida, que no han aprendido a aceptar la realidad. Así sea. Ojalá sea así por siempre. Si temer a la vida es temer a la violencia y a la opresión esos hombres claro que la temen, y no podemos imaginarnos hasta que grado. Si aceptar la realidad es aceptar la crueldad y el desamor, claro que no la aceptan. Algunos de ellos ante las dudas que se les han planteado en su interior, desesperados por no poder arrojar cierta luz a lo que ellos consideran un mundo de tinieblas, han llegado incluso a acariciar la idea de quitarse la vida, pero nunca han sido tan necios para decidir suicidarse espiritualmente. Combaten contra la anquilosis moral, contra la ignorancia y contra la ilusión. Han combatido, combaten y combatirán. Sus armas son casi desconocidas. Sus nombres, tratando de recordar, son Tolerancia y Comprensión.
Si alguna vez el hombre termina de "Despertar", y en este sentido no hay que ser muy optimistas, pues su sueño parece eterno, con esas armas y no con otras podrá someter a la fortaleza más inexpugnable. Más allá de toda palabrería sofisticada, más allá de toda jerga mística, la tolerancia y la comprensión deberían tener un puesto de honor en la mente y el corazón de todos los hombres.

La Injusticia y el crimen se han apoderado de las riendas. El porvenir es siempre tan imprevisible que sería estúpido cifrarlos solo en la bomba atómica o en la colisión de otro planeta. Cualquiera sabe. Tomando como datos los actos del ser humano, desde luego el resultado no parece ser tan halagueño. Pero aunque ya incluso para el más crédulo resulta en cierto modo difícil de creerlo, quizá surja un milagro, aunque para ello no sea necesario un BUDA o un CRISTO, sino cientos. Uno mira a su alrededor y termina por acostumbrarse - que es lo más corriente- a lo que ve, o corre el peligro de enloquecer.

Eres niño cuando te educan en la iglesia de tus padres y te repiten que hay que amar, perdonar y ayudar. Los humanos adultos te lo dicen, ellos son los que hacen el mundo día a día, los grandes seres a los que el adolescente desea parecerse. Pero son tales las barbaridades que niño habrá de ver y escuchar que sino termina por endurecerse, sentirá que se asfixia. No obstante, logra sobrevivir. 

Cuando un médico observa con los rayos X el cuerpo del niño, diagnostica que se encuentra perfectamente y felicita a los padres. De cómo está su mundo anímico, de eso nadie se ocupa. Si el hígado y el páncreas funcionan, todo va bien. Pero el niño, después el joven, y luego el hombre, nota que algo le falta, aunque no padezca insuficiencia hepática, estenosis mitral o dilatación del vazo. Más allá de sus estudios, de sus escarcéos amorosos o de las palabras conque su padre le arenga a competir con la vida y ser un triunfador, busca un procedimiento que le permita encontrar la libertad interior.

Está indeciso, acorralado. No desea morir, pero tampoco exactamente seguir viviendo. Observa que los demás tampoco son libres y que curiosamente a la mayoría de ellos parece no importarles demasiado. Perplejo, desorientado, busca en los libros. esos excelentes amigos que tanto dan y tan poco exigen. NADIE se libera siendo un gusano de biblioteca, pero se puede encontrar cierta orientación. Tal vez un día se haga la Luz en su mente y comienze a trabajar sobre si mismo: ya sea solo, renunciando al mundo, ya séa en compañía de otros como él. Grupos, escuela y sociedades iniciáticas. Siempre muchos seres humanos han sido conscientes del aislamiento del hombre y no han podido menos que sorprenderse al notar que, en lugar de remediar ese aislamiento les destruye.
Cuando las escuelas espiritualistas no dicen que el hombre está dormido, ¿lo podemos dudar? Cuando los Iniciados nos señalan que el hombre común tiene una espesa venda sobre los ojos que le impide toda visión, ¿lo podemos dudar?. Cuando los Maestros nos aseguran que el hombre tiene que desarrollarse para saber amar, ¿lo podemos dudar? No es ya que el hombre halla sido expulsado del paraiso, sino que hace del paraiso su propio infierno. Se necesita una nueva enseñanza, vigoroza, arrolladora, firme y esencial. ¿Pero cuál es ella y quién podría predicarla? Quienes creen en un futuro Mesías o en el bondadoso Maitreya esperan resignados, con la esperanza de que su presencia entre nosotros habrá de cambiar la faz del mundo.

Como quiera que sea, el ser humano tiene que transformarse y llegar ante todo a la profunda convicción de que la violencia nada soluciona y de que los procedimientos violentos degeneran al hombre y lo exterminan mental, física y moralmente. Pero para transformarse, el hombre debe conocerse. Es difícil promover el autoconocimiento, porque el hombre es perezoso y siempre que le es posible evita todo esfuerzo. Una vez más son sabias las palabras de Huxley cuando dice:

"Si la mayoría de nosotros nos ignoramos, ello es porque el conocimiento de uno mismo es doloroso, y preferimos los placeres de la ilusión. En cuanto a las consecuencias de tal ignorancia, son malas según todo criterio, desde el utilitario al trascendental. Malas porque la ignorancia de uno mismo lleva a una conducta irrealista, con lo que se ocasiona toda clase de transtornos para todos los interesados; y malas porque sin el conocimiento de uno mismo no puede haber verdadera humanidad, no, por lo tanto, efectivo anonadamiento, ni , por lo tanto, conocimiento unitivo de de la divina base que está debajo del Ser Universal."
Hay que esforzarse por adquirir la "Vista penetrante", como dicen los iniciados tibetanos. Porque mediante el conocimiento auténtico será posible llegar a la verdad, y aquel que la hayá obtenido podrá llevarla hasta los tros, ya que, "la verdad levanta tormentas contra sí, que desparraman su semilla a los 4 vientos" (TAGORE)

Gran parte del conocimiento INICIATICO se ha conservado y perpetuado mediante las sociedades esotéricas. Sus miembros han sido moralmente obligados a guardar silencio, y aunque muchos no siguieron estos preceptos, otros sí, con lo cual dicho conocimiento fué en cierto modo preservado y protegido.

Las SOCIEDADES auténticamente INICIÁTICAS han tenido siempre como finalidad mantener vivo el conocimiento OCULTO y preparar espiritualmente a la humanidad. Teóricamente al menos han pretendido enseñar a los hombres la verdad y adiestrarlos en el amor. No hay que olvidar, empreo, que las sociedades están formadas por hombres, y que estos en muchas ocasiones se han servido de ellas para la consecucion de sus propios fines.

Cuando sus miembros de disputan el PODER, cuando el EGOISMO y la VANIDAD no son controlados, cuando los intereses del individuo se anteponen a los de la sociedad, esta termina DEGENERANDOSE. Esto es lo que ha sucedido con diversos grupos INICIATICOS, ESCUELAS y SOCIEDADES SECRETAS. Sin ningún miramiento, con una carencia absoluta de escrúpulos, algunos miembros han utilizado la SOCIEDAD a la que pertenecían como trampolín para obtener sus fines; miembros de una sociedad esoiritualista, LOBOS DISFRAZADOS con piel de CORDERO que se han DESPREOCUPADO de los PRINCIPIOS y PRECEPTOS ESPIRITUALES enseñados por la sociedad en cuestión, para entregarse a unos asuntos materiales y muchas veces turbios e indignos. No es la Sociedad la que ha fallado, sino sus desaprensivos medios; no es el grupo o la escuela, sino aquellos que la FORMAN y DEFORMAN.

Pero si por una parte las sociedades iniciáticas han contado con personas que lo que menos les interesaba, indiscutiblemente, era el progreso espiritual del individuo y el bienestar del mundo, por otra han cultivado personas de gran solvencia moral y fecunda capacidad intelectual.

Cualquiera que se asome, por discretamente que sea, a la historia de la espiritualidad del hombre, se quedará asombrado al observar su exhuberante riqueza, como dice el Bhagavad-Gita "ninguna cosa en el mundo iguala en purez al conocimiento". Porque el conocimiento lleva al amor, nada hay tan puro como el amor cuando no persigue otros fines que el amor mismo.

Una SOCIEDAD SECRETA está formada por un conjunto más o menos numeroso de personas, que poseén un OBJETIVO similar y cuyos preceptos, ideas y métodos se mantienen ocultos, celosamente guardados y apartados de la curiosidad de aquellos que no forman parte de la sociedad.

Las SOCIEDADES SECRETAS pueden clasificarse en "INICIATICAS" o "ESPIRITUALISTAS", "POLITICAS", "JUSTICIERAS" y "CRIMINALES". Entre las sociedades INICIÁTICAS y las restantes, existen marcadas diferencias.

Las SOCIEDADES SECRETAS POLITICAS, los Carbonarios por ejemplo, son aquellas que desde la obscuridad combaten contra el régimen establecido o contra la dominación extranjera, pretendiendo en algunas ocasiones el poder político.
Las SOCIEDADES SECRETAS POLITICAS, la Santa Vehme, por ejem. son aquellas, que aparte de la justicia legal, tratan de imponer su propia justicia, utilizando sus propios juicios y procedimientos.
Las SOCIEDADES SECRETAS CRIMINALES - como los Thag- por lo general siempre al margen de la ley, actúan con fines FANATICOS o LUCRATIVOS, cometiendo toda clase de actos delictivos.

Muy diferentes de todas las sociedades secretas descritas son las SOCIEDADES INICIATICAS, excepto en que también son secretas. En tanto que las sociedades secretas no iniciáticas tienen unos fines materialistas, las iniciáticas tienen uno fines correctos espiritualmente.

Las SOCIEDADES INICIATICAS no determinadas por la vida material, sino alentadas por el vigor espiritual, se extienden durante siglos. Sus miembros buscan la autosuperación personal, la purificación dela conducta, de los pensamientos y de los actos, el bienestar de la humanidad. Aunque mantienen en secreto sus símbolos, preceptos, enseñanzas y ceremonias, no se ocultan porque estén fuera de la ley, como puedan hacerlo las sociedades criminales, o porque pretendan llevar a cabo sus propios procedimientos justicieros, como sucede con las sociedades justicieras; ocultan sus métodos esotéricos y sus principios filosóficos, pero todos saben de su existencia, e incluso el profano puede aspirar a formar parte de la sociedad si demuestra su buena fé y un grado necesario de madurez.

Las SOCIEDADES SECRETAS INICIATICAS preservan sus conocimientos para los iniciados, porque no desean que estos sean objeto de burla o de mala utilización entre los profanos.

Cuando las SOCIEDADES INICIATICAS o espiritualistas persiguen el PODER o la RIQUEZA, vulneran gravemente sus principios y se apartan de su misión verdadera, que en todo momento y en toda circunstancia debe ser la de mostrar las verdades superiores y conducir a sus miembros hasta la luz imperecedera.

Extractos del libro: HISTORIA DE LAS SOCIEDADES SECRETAS

Autor: Ramiro Calle.

Paz Inverencial Hermanos.

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